Mientras dormía.

¿Has amado alguna vez a alguien hasta llegar a sentir que ya no existes? ¿Hasta el punto en el que ya no te importa lo que pase? ¿Hasta el punto en el que estar con él ya es suficiente, cuando te mira y tu corazón se detiene por un instante?

Ella dormía y sus rizados cabellos caían sobre su suave y blanca espalda, su respiración era un delicioso suspiro que recitaba un hermoso poema de amor que evocaba un pasado romántico.

Amaba cada detalle de su rostro, sus definidas cejas, la sombra leve de sus pecas y ese lunar ubicado muy cerquita de sus pequeños labios rosas, el maquillaje de sus ojos le recordaba a las mujeres indias, sonreía viendo la imagen.

Pero no pudo resistirse y comenzo a acariciar con sus labios la lluvia de rizos, beso, beso, beso, beso y beso aun más, ella despertó y abrió sus ojos, ojos brillantes de mirada felina, sonrió y pronuncio su nombre. 

Él se acerco y le susurro al oído

-Dejame ver el mundo a través de tus ojos, dejame volar con tus alas de mariposa por en medio de tus sueños, dejame ser el guardián de tu vida, dejame ser la sabana que cubre y el beso que cura. 

Lo que él no sabe es que él es dueño de esa mirada felina, que ella ya le regalo sus alas y que en ese mismo instante ella lo llevara a sus sueños.